martes, 16 de septiembre de 2008

Prejuicios técnicos


Sé que no me debería pasar a estas alturas, pero en ocasiones reconozco que aun me sucede. La pasada semana tuve el privilegio de visitar las instalaciones de la fundación IBIT para realizar un curso "cata" de coaching y herramientas potenciadoras. Todas ellas vinculadas con la gestión emocional y el uso de los sentimientos. Un curso fantástico que aunque muy largo, resultó ser especialmente atractivo.

La verdad es que no me había dado cuenta del porqué me sorprendió tanto el resultado y tras meditarlo el fin de semana, he llegado a una terrible conclusión. Estaba lleno de prejuicios al visitar a mis clientes, y aunque cierto que no eran graves, los que nos dedicamos a esto sabemos que a una sesión se debe asistir "sin juicio ni pasado". Así que desde aquí me tiro de las orejas y dejo constancia del hecho.

Sin embargo, y quizá gracias a ello, la sesión me gustó tanto.

Días antes, el responsable de mi contratación me había pasado el perfil de los asistentes y en su especificación habitual (nombre, edad y cargo) me había añadido: perfiles muy técnicos. Tras ver esto comencé a observar el producto que la fundación gestiona y todo reflejaba ahondaba más en dicho perfil... y me dejé llevar.

Al realizar la presentación me preocupé de comenzar con un apartado bastante técnico, para que los asistentes encontrasen resultados rápidamente, con herramientas muy eficaces y resolutivas y con un uso del lenguaje muy cercano y esquematizado. Todo resumido por puntos clave, ideas generales y una serie de ideas a tener en cuenta.

El día tendría un final de mañana con una dinámica de grupo que les abriese los ojos y les demostrase que se puede enseñar y aprender de una manera distinta, más cercana y humana.

Tras la comida comenzaría una tormenta de herramientas y dinámicas (para superar el sopor) y para que descubran lo que realmente pasa, que dejasen a un lado la palabrería técnica y la burocracia habitual y vivenciaran la emotividad de sus compañeros... y sucedió algo maravilloso.

Como comprenderéis no puedo relatar qué paso, pero sí lo que aprendí de ello:

Por muy preparados que nos creamos, en ocasiones generamos un prejuicio hacia algo o alguien que nos impulsa a realizar nuestras tareas o incluso nuestro comportamiento de una manera u otra. En ocasiones todo sale bien y descubrimos que el potencial humano es increíble y que nos puede sorprender con una adaptación como pocas veces he visto, realizando con tesón labores a las que no están acostumbrados y esforzándose por creer que el resultado será el óptimo.

Y aunque si bien es cierto que eso fue lo que sucedió el otro día y por lo que estoy encantado de dicha situación, mis prejuicios al realizar la presentación también podrían haber hecho que los oyentes no se engancharan y por lo tanto, que el día no se hubiese clasificado como un día de éxito.

Y entonces me asaltó esta pregunta: ¿Dónde termina la preparación y comienza el prejuicio?

No sabría responder con exactitud y por lo tanto, lo pongo a vuestro juicio, pero para mí, debemos filtrar nuestro conocimiento y hacernos una pregunta sencilla ¿tengo datos o pruebas tangibles de esa idea o conclusión? Si no puedo contestar afirmativamente, me estoy moviendo en el campo de las creencias y por tanto, dando pie a posibles prejuicios.

Es decir, la gente opinaba que la tierra era plana, ¿pero alguien había llegado y asomado al final? Entonces era una creencia, pero decenas murieron por decir lo contrario. Era una certeza entonces. ¿En cuántas certezas sostienes tu vida?

Mi enseñanza queda para mi y como mi intención es evitaros con esto un tropiezo y compartir una enseñanza, os la cuento en voz alta:

"Muévete sólo en terrenos tangibles. Los prejuicios son tan inestables, como engañosas tus creencias"

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