miércoles, 9 de enero de 2008
La confianza en John Mc Clane
John McClane (Bruce Willis) es un policía de Nueva York que visita a su esposa en Los Ángeles. Ella se encuentra en una fiesta de su empresa con numerosos invitados y McClane va a verla allí. Mientras él se está cambiando de ropa llega al edificio un grupo de terroristas que toman a los invitados como rehenes. McClane es la única persona cuya presencia los terroristas desconocen. Comienza una lucha a muerte entre los terroristas y el solitario policía.
Supongo que con esos datos, cualquiera sabe que estoy hablando de “La jungla de cristal”. Esa es la grandeza de las películas de Hollywood. Apenas unos datos y recuerdas a un personaje o una historia durante años. Y si de ahí eres capaz de visionar una enseñanza, ésta permanecerá en tu memoria para siempre. Pero centrémonos en esta película y su personaje protagonista y dejemos la visión global del cine, ya suficientemente tratada en mi libro “Dirige de cine”
Cuando apenas hace unos meses que la cuarta entrega de esta saga acaba de abandonar las carteleras de todo el mundo, me permito retomar esta cinta para hablar de un matiz de la confianza en el líder.
Es evidente que la confianza en el líder se basa en varios aspectos importantes como la comunicación, la autoridad, el reconocimiento de habilidades o el carisma. Pero existe un valor que ejemplifica a la perfección John Mc Clane. El líder debe ser el primero en actuar, en exponerse, o dicho en otras palabras “en romperse la cara”.
Hasta que Bruce Willis interpretó ese papel, los héroes de las películas eran casi hombres indestructibles, sin problemas físicos ni emocionales (podemos recordar a un James Bond sin despeinarse o saliendo del agua con el frac impoluto). Y esta película iba por el mismo camino ya que se ideó como segunda parte de la taquillera “Comando” de Arnold Schwarzenegger. Un héroe que podía con todo, que le dañaban la pata a su perro y el mataba a toda una familia, destrozaba media ciudad y ligaba con la chica más guapa del lugar.
John personificaba un nuevo líder. Cercano, directo, identificable, en definitiva más humano. Pero lo más importante de todo, era una persona que se ponía el traje de faena (en su caso una camiseta sudada) y era el primero en enfrentarse a los imprevistos. Podía esperar a que la policía solucionase el ataque, que la tormenta pasase o que llegaran refuerzos, sin embargo, él se ponía a la acción.
Esta no es una actitud muy normal en muchos de nuestros líderes, escondiéndose siempre detrás de su equipo o incluso obligando que sean ellos quien se enfrenten a los problemas para salvar su status. Esa opción sin duda les resguardará de la tormenta, pero deberían darse cuenta de que hace mucho frío en una cueva.
Un líder debe ser decidido, firme y un hombre de acción. Debe generar confianza y demostrar a su gente que él puede estar al frente del equipo. Debe comunicar, tener las habilidades necesarias y debe, por encima de todo, alejarse de los laureles y acercarse al fragor de la batalle con sus compañeros. Como John Mc Clane.
Publicado por
Rubén Turienzo
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario